“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” Era mi intención esta semana empezar el estudio de las vidas de Elías y Eliseo, relacionado con la gracia y la forma en que Dios trata con los hombres. Pero pienso desviar por una semana porque he estado meditando sobre las circunstancias de la vida que a veces nos parecen demasiado difíciles para entender y aceptar. Ayer en el estudio de la Biblia en Español en la casa del hermano Ángel Domínguez, leemos el capítulo 6 de Juan, donde vemos al Señor Jesús hablando cosas difíciles de entender para los discípulos, tanto que algunos se fueron y ya no siguieron a Jesús. Pero Pedro no, pues dijo “Señor, ¿a quién iremos?” Pienso yo que Pedro tampoco entendía lo que el Señor dijo, sobre su carne como pan y su sangre como bebida. Pero Pedro confiaba en LA PERSONA de Cristo, el hijo de Dios según su misma confesión, y por eso podía continuar, aunque no entendía.
Esta semana recibimos noticias de Lima, Perú, de la muerte de una niña de cuatro años, Bilgai, la hijita de Edgar y Susy. Hace tres semanas, la hermana de mi yerno Ryan y su marido perdieron una niña durante su parto. Hay los que dicen que como puede haber un Dios de amor si tales cosas pasan en este mundo. Pero la Biblia nos da bastante ayuda para que entendamos tales cosas a través de la persona de Cristo, en quien (como Pedro) confiamos porque sacrificó a sí mismo en la cruz del Calvario. ¿Puede haber una prueba más fuerte de su amor por nosotros? ¿Y el amor de Dios? “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32
La disciplina de Dios no necesariamente es fácil de entender. Y como el apóstol nos dice puede ser de mucho dolor. “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza.” El Señor Jesús lloró a la tumba de Lázaro. El entendió el sufrimiento de los que amaban a Lázaro y no menospreciaba sus sufrimientos. Y nosotros también gemimos con los que son afligidos. Los sufrimientos de estos padres que han perdidos sus niños tiernos, ¿no sería posible que la disciplina es por nosotros en vez de tanto por ellos? Romanos 8 nos da bastante instrucción sobre las luchas de la vida y su motivo. “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.” El pecado ha traído consigo el sufrimiento de toda la creación y como estos versículos nos dan de entender, nosotros los redimidos también gemimos. La muerte de estas dos niñas nos hace gemir, imaginando como los padres sufren. A veces pienso como seria conocer la muerte de una de mis nietas, y mi mente lo rechaza con horror. Pero reconocemos que el mundo está bajo el dominio de Satanás y los resultados del pecado. Anhelamos la redención de nuestros cuerpos, que será cuando el Señor Jesús viene por nosotros en el arrebatamiento. Solo entonces seremos librados de todo afecto del pecado.
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” A veces estamos tan afligidos que no sabemos cómo orar, solo gemir. Pero aun así, sabemos que el Espíritu intercede por nosotros, y además “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
La cosa que nos hace mal es cuando nos ponemos resentidos bajo la disciplina del Señor. ¿Entonces, cual es el remedio en tal caso? “Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” Hebreos 12:3 El Espíritu siempre dirige nuestros pensamientos al Señor Jesús, quien sufría toda clase de injusticia y contradicción de pecadores. De ponernos resentidos bajo la disciplina de Dios nunca nos conviene y sería muy perjudicante contra nuestro gozo en el Señor.
Espero que estas meditaciones sean de ayuda a mis hermanos que están sufriendo cosas que yo quizás ni puedo imaginar, pero el Señor conoce todo, y compadece siempre con nosotros, y nos va a sostener en la tristeza.