Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.
Isaías 53:4
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
Mateo 8:16-17
Vemos en estos versículos de la vida en humanidad de nuestro Señor Jesús algo que debe conmover nuestras almas. Hoy día, si el Señor disponga, vamos a estar recordando a nuestro Señor en su muerte. Hay también la memoria de su vida, no por expiación de nuestros pecados, (pues solo su muerte y sufrimiento en las horas de tinieblas tenía capacidad de hacer esto), sino sus lágrimas de simpatía en la tumba de Lázaro. El Salmo 69 nos habla en palabras profundas como sufría nuestro Señor con el fin de ser nuestro misericordioso y fiel sumo sacerdote. Nuestro capítulo, con su verso más corto en toda la Biblia, nos dice en palabras sencillas, pero a la vez elocuentes, Jesús lloró.
El versículo 39 comienza, Jesús dijo
. Hay cinco cosas que en este capítulo servirían para resumir toda la historia. Ocurren en los versículos 4, 5, 17, 35, 39 — Jesús oyó
, Jesús amaba
, Jesús vino
, Jesús lloró
, y Jesús dijo
. Falta la quinta, pues ¡Lázaro, ven fuera!
nos habla del grito que anhelamos escuchar Sube acá.
Apocalipsis 4:1 y de 1 Corintios 15:51 y también 1 Tesalonicenses 4:14; He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Los otros cuatro son válidos y eficaces para nosotros en toda ocasión. ¡Ojalá que los tengamos presentes en nuestros corazones constantemente! Hay quienes creen, como Alberto Einstein, que Dios creó al mundo y lo abandonó. ¡Qué triste que no se dan cuenta de la humanidad de la persona divina, Jesucristo! Volvemos a considerar estas cosas; Jesús oyó
, Jesús amaba
, Jesús vino
, Jesús lloró.
En el siguiente capítulo, el capítulo 12, vemos una escena de comunión y adoración en la casa de estos tres, Marta, María, y Lázaro. Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María…
Pero primero, había la necesidad de quitar de Lázaro las vendas de muerte. Desatadle, y dejadle ir.
La ley era, según 2 Corintios 3:7 el ministerio de muerte.
En este acontecimiento vemos otra vez la revelación de la venida de la época cristiana, el Buen Pastor guiando a sus ovejas fuera del redil de judaísmo a la libertad cristiana. Esa libertad no era para dar libre acción a las obras de la carne. ¿A dónde fue Lázaro después de ser desatado y suelto? Fue a una mesa de comunión con el Señor Jesús en medio. Desgraciadamente, tenemos la tendencia cuando vemos como la carne trata de actuar de nuevo, contestar por reconstruir el redil, volviendo a atar las vendas del ministerio de muerte. Pero no funciona; la única respuesta a la vieja naturaleza que todavía tenemos es el andar en el temor de Dios y en comunión con nuestro Señor Jesús. Ninguna lista de reglas o requisitos de comportamiento serviría para corregir la carne, por mucho que se intenta.
Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.
Acaso pensaríamos que así con otra prueba indiscutible de la divinidad de Jesucristo, el liderazgo judío diría que hay que coronarlo como su Rey, su Mesías. Pero no; el verso 46 continua con algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Esto resultaba en la aumentación de su rabia, no una fe salvadora. Así que, desde aquel día acordaron matarle.
Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
Antes de leer el ministerio de Bruce Anstey, siempre había pensado que el dicho de Caifás era de todo sin querer, el Espíritu Santo usándolo como voz profética de la muerte de Jesús como sacrificio por el pecado de la nación de Israel. Pero el hermano Bruce sugiere que sus palabras tenía que ver con el temor de los romanos si hicieran a Jesús su rey. Mejor, según él, seria matar a Jesús y así eliminar la amenaza de la venida de los romanos para destruir la nación. No parece nada de fe en estos lideres, y su único recurso era la homicida. Al matar a su rey, garantizaron el juicio de Dios sobre su nación, y a través de los mismos romanos unos treinta años después.
13 agosto de 2023