MEDITACIONES

de     F. F.

Juan 10, última parte: La divinidad de Jesús


Léase por favor Juan 10:22-42


Mencionamos la semana pasada brevemente acerca del carácter profético del verso 12 y el asalariado quien no tiene cuidado de las ovejas. Este tiene su aplicación aun futura, pero hay otra aplicación que tiene mucho que ver con el día de hoy, viendo las ovejas siendo judíos y gentiles unidos en la iglesia. Pablo, en su discurso con los ancianos de Éfeso, dijo Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Hechos 20:29-30 Es interesante que en este mismo capítulo nuestro de Juan 10, vemos la anticipación de las cosas perversas que iban a enseñar a fin de arrastrar discípulos tras sí. Tienen que ver con la persona de Jesucristo; ¿era y es de veras el Mesías de Israel? ¿Era y es de veras el Hijo de Dios? ¿Era y es Dios mismo?

Pero no solo cuestionan la persona de Jesús, a la vez cuestionan el valor de su obra redentora. Cristo proclama en nuestro capítulo que, como el buen pastor, iba a dar su vida por las ovejas, y así iban a tener vida eterna. Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás. Así vemos la obra de Satanás en muchas denominaciones que se representan como cristianos, donde ataquen uno de estas dos cosas; o la persona de Cristo, o su obra, y a lo mejor, ataquen las dos.

Los judíos, con bastante hipocresía, hacen la pregunta al Señor en el verso 22 de nuestro capítulo. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Era una pregunta demasiada similar a las preguntas que hacían al ciego del capítulo anterior cuando dijo Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? Hasta aquel hombre, con muy poca luz acerca de Jesús, detectaba que su voluntad era al lado de incredulidad. No querían escuchar ni creer. Y Jesús aquí les dice lo mismo con palabras bien directas, pues siendo el divino, conocía sus corazones. Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí. Justo antes, en el verso 20 y 21, se menciona cuáles son aquellas obras, o por lo menos, una de ellas. Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos? Sus palabras y sus obras daban testimonio de quien era.

Los judíos entendían el significado de sus palabras yo y mi Padre uno somos y le acusan de blasfemia, con sus piedras listas para apedrearlo. Tú, siendo hombre, te haces Dios. Lo tenían exactamente al revés; él, siendo Dios, se hizo hombre. Los testigos de Jehová (falsos testigos) dicen que Jesús no decía que era divino, pero es muy obvio aquí en nuestro capítulo que los judíos entendían muy bien quien decía ser. Jesús hace referencia a Moisés, sin mencionar su nombre, como uno hecho “dios” como también en Salmo 82. Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Éxodo 7:1 El Salmo 82:6-7 dice Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis… así dando de entender que no quiere decir que eran divinos. Los reconocidos como “dioses” en Salmo 82:6, eran autoridades aquellos a quienes vino la palabra de Dios. Él, quien había sido apartado y enviado al mundo por el Padre, era el mismo Verbo; Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… Juan 1:14 El Señor Jesucristo era el divino Palabra o Verbo de Dios, no solo uno a quien había sido entregado autoridad como Moisés. Las obras que Jesús había hecho eran prueba suficiente de su persona, como testificaba el ciego Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.

Locos de furia escuchando estas palabras, nos dice procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos. Como nos dice en ambos el capítulo 7 y 8 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Juan 7:30 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. Juan 8:20 No iba a morir apedreado, sino crucificado y eso por los gentiles según la profecía del Salmo 22:16 Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Cuando la hora vino, el Señor dijo Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas. Lucas 22:53

Nuestro capítulo termina con una descripción de que hace un testigo fiel. Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en él allí. Así Juan Bautista era un hombre sin poder de milagros, pero uno con fiel testimonio Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios y He aquí el Cordero de Dios. Juan 1:34,36

Felipe Fournier
30 julio de 2023