MEDITACIONES

de     F. F.

Juan 10: Jesús, El buen pastor


Léase por favor Juan 10:1-18


Empezamos este capítulo con reverencia, sabiendo que en ello tenemos acaso el verso más profundo en todo el evangelio, el verso 17; Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. El evangelista Juan toca los puntos más profundos en la íntima relación entre Dios Padre y Jesucristo Hijo de Dios, y este verso es algo que vale la pena meditar. Que el Padre podría amar más a su hijo a través de la obediencia hasta la muerte es algo que no profundizaremos por toda la eternidad.

Juan nos introdujo (por supuesto inspirado por el Espíritu Santo) en su primer capítulo con muchos títulos o nombres de Jesús, como El Verbo, la Luz, el unigénito Hijo, el Cordero de Dios, el Mesías, y el Hijo del hombre. Ahora, en nuestro capítulo, el buen Pastor.

También se nos introduce el tema de las ovejas que oyen su voz. Vimos al hombre ciego en el capítulo anterior. Rechazado por su honestidad acerca del hombre que abrió sus ojos, excomulgado de la vida social de los judíos por ser echado de la sinagoga, el hombre oye la voz del buen Pastor, y responde Creo, Señor; y le adoró.

Jesús, en todo caso, entró por la puerta de las profecías del antiguo testamento. Por su gran ignorancia y falta de interés, los lideres no buscaban de donde venia Jesús. El ciego lo había notado y comentaba Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. En el capítulo 7, verso 41, vemos como respondían sin buscar la verdad; Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? Esto si era cierto pues citan la escritura de Miqueas 5:2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Su ignorancia del nacimiento de Jesús era por no querer saber ni admitir pues pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. El verso de Miqueas era uno de las muchas profecías que Jesucristo cumplía en su venida, nacido de una virgen justo en el lugar prescrito, y en aquel momento no hubo en los lideres ningún deseo de buscar con los magos del este el Mesías nacido, aunque podían citar la profecía. Mateo 2:2-5; Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta. Como nos dice el libro de Hebreos, capitulo 4, verso 2; no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

Ahora viene lo que nuestro hermano Bruce Anstey ha desarrollado en su pequeño libro sobre nuestro evangelio; esto es, como se introduce en el evangelio de Juan los principios o las sombras de la época cristiana. En nuestro capítulo vemos el Señor Jesús hablando de las ovejas del redil que nos indica el carácter del judaísmo, una nación encerrada con la ley de Moisés y sus mandamientos. Pero el Señor introduce un concepto muy diferente, el rebaño que no tiene limitaciones de una cerca o pared, sino un centro que es El mismo. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. El ciego ya había sido expulsado del redil, y Cristo lo encontró y ahora llega siendo su pastor. El portero, podemos decir, es el Espíritu Santo, revelado (aunque muy breve) también en el capítulo 1. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Hay la tendencia en el cristianismo reintroducir el concepto del redil. Así vemos denominaciones y credos que vuelven a poner o por lo menos, tratar de poner una cerca alrededor de sus discípulos. Así el libro de Hebreos, capítulo 13, versos 12-14, que fue escrito a los judíos que profesaban ser cristianos por el bautismo, nos dice Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.

El buen pastor dio su vida por las ovejas, y se la dio fuera de la ciudad de Jerusalén, su Mesías rechazado y crucificado. Ellos eran culpables y también nosotros por haber merecido el castigo por nuestros pecados terribles, pero de todos modos, vemos aquí que todo fue por la anticipación de los consejos eternos. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas… Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.

Hay mucho que meditar en este capítulo. Acaso la semana que viene, si el Señor nos permite, reflexionamos más sobre los aspectos destacados solo aquí en el evangelio de Juan.

Felipe Fournier
16 julio de 2023