Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
Encapsulado en este dicho de los judíos, y acaso algunos que antes profesaban ser sus discípulos, es el punto principal del evangelio de Juan, y quizás podemos decir, de todo la Biblia. ¿Quién es Jesús? ¿Solo hijo de Jose y María? O, ¿Hijo de Dios? Hasta los musulmanes confiesan el primero. Solo los “dados del Padre” pueden confesar el segundo. El verso 40 amplifica la verdad de que hablamos la semana pasada acerca de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre; Todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
“Ver al Hijo” tiene en sí mismo la idea de reconocer quien es Jesús, Hijo de Dios desde la eternidad, y es necesario cree en él como tal para tener la vida eterna.
Como hemos visto, este grupo de judíos estaban principalmente interesados en Jesús por el milagro de la multiplicación de los peces y los panes, y usan como su punto de argumento lo que hacía Moisés en el desierto, el suministro diario por cuarenta años del maná. Pero Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
Este es la parte que no captaron. Muy pocas veces se menciona la palabra “fe” en el antiguo testamento, aunque sabemos por Hebreos 11 que era la fe que salvaba a los santos de aquel entonces también. Pero una de las veces que si se menciona es este de Deuteronomio 32:20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su postrimería: Que son generación de perversidades, hijos sin fe.
Y otra vez en Hebreos 4:2 Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
Por eso, a pesar de comer el maná quien sabe cuántos días, murieron en el desierto. Estos judíos son, por desgracia, de la misma mente; buscan la comida que perece y la vida terrenal sin reconocimiento del Padre Dios y su Hijo Jesucristo. ¿No es así en nuestro día? Pasa una calamidad y dicen “¿Como puede un Dios de amor permitir tal cosa?” No consideran nada menos lo que tiene que ver con la vida aquí en la tierra.
En estos versículos el Señor Jesús habla de comer de su carne siete veces y beber de su sangre tres veces. Es la expresión más fuerte que puede haber de la fe verdadera. Lo que comemos y bebemos se hace parte de nosotros. Así el Señor dice El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él … el que come de este pan, vivirá eternamente.
¡Qué gran contraste con el maná que ellos anhelaban ver devuelto a través de este hombre, hijo de Jose en sus pensamientos, pero con un poder que no podían negar! El enfoque de ellos era en sus propias personas y sus propias ventajas terrenales. Jesús está hablando de la eternidad y de la resurrección, algo que permanecía lejos de sus pensamientos.
Otra cosa tan destacada en el evangelio de Juan, y desarrollado tan eficazmente en el libro de Bruce Anstey sobre este tema, es este verso 51; El pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
Nota por favor la vida del mundo.
No “la vida de la nación de Israel.” Así otra vez en Juan vemos las sombras de la era venidera; judío y gentil, juntado en un solo cuerpo, un pueblo celestial que incluye todo ser humano sin distinción. Así el verso tan citado, conocido por tantos que no conocen a Jesús como su Salvador, pero capaces de citar el verso Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Juan 3:16-17 El mundo
es la esfera de los hechos de Dios y Juan así lo declara.
Pero, los que antes seguían a Jesús, y quizás eran parte del grupo que salieron a predicar el reino de Dios venido por Jesús el Mesías, son ofendidos. Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?
Su pensar de aquellos discípulos era el Mesías reinando, levantando a la nación de su posición de bajeza a una de grandeza. Jesús ahora les declara que su destino no es el trono de Israel, sino la diestra del Padre donde estaba primero, así postergando el reino por otro día. Para aquellos, esto era demasiado. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
Pedro, creo yo, tampoco entendía la mayoría de lo que Jesús dijo. Pero, enfrentado con la pregunta del Señor ¿Queréis acaso iros también vosotros?
responde Pedro Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído…
Pedro, en su sinceridad e ignorancia incluye a todos los doce, pero sin saber los demás, hubo uno entre ellos uno de vosotros es diablo.
No se fue Judas con los demás, pero tampoco tenía la fe salvadora de Pedro y este dicho de Jesús debería haberle tocado a su conciencia.
14 mayo de 2023