MEDITACIONES

de     F. F.

Juan 6: La multitud alimentada


Léase por favor Juan 6:1-35


Como nuestro hermano Bruce Anstey nos enseña en su excelente libro sobre el significado del cambio de judaísmo a cristianismo, introducido más en Juan que en los otros evangelios, aquí se nombra el mar de Galilea con su nombre Romano “Tiberias.”

Seguimos también viendo la influencia de ver señales impresionantes, sin tener la fe que salva. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Este problema veremos una y otra vez durante el transcurso del evangelio de Juan. En el capítulo 2 leemos de ellos también; Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos… Se nota como también en todo el evangelio la deidad de Jesús, el que conocía a todos, o como decimos “omnisciente”, característica que solo se ve en las personas divinas.

Acabamos el capítulo anterior con los que no creyeron a Moisés, y por eso, no creyeron tampoco al Señor Jesús. Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras? Felipe se nos presenta en el capítulo 1 como el que si creyó a Moisés. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Juan 1:47 Era la fe salvadora, pero también se ocupa la fe por nuestra senda diaria, y en nuestro capítulo la fe de Felipe se presentó como bastante débil. La multitud, aunque no eran de fe real, tenían necesidad y vemos el corazón de Jesús como se presenta en Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo… Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? En los otros evangelios nos dice que los discípulos le dijeron a Jesús que la multitud se fuera a comprar en los pueblos. Pero Jesús aquí probaba la fe de Felipe y Felipe pensaba solo de recursos económicos, algo que no tenían, o por lo menos, no tanto. (Se sabe por otras porciones que, si usaban dinero, pues Judas era su tesorero de los discípulos.) Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.

Así somos nosotros, tan a menudo. Medimos las dificultades según nuestros propios recursos, sin considerar nuestro Padre omnipotente, y con esta medida por supuesto llegamos a faltar. Vemos de nuevo el Señor Jesús en su deidad él sabía lo que había de hacer tal como conocía los que le seguían solo por las señales que hizo. Andrés, no mostrando mucha fe, pero acaso más que Felipe presenta al único que pensaba traer algo para comer, o así parece. Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

Pero lo poco con Jesús se hace mucho, suficiente para cinco mil o quizás más de doble este número pues no sabemos cuántas mujeres o niños también estaban allí. Sentaron en la hierba y comieron hasta saciarse. Los discípulos fueron usados por compartir lo que Jesús proveía, a pesar de su falta de fe. ¿No vemos eso a menudo, que el Señor nos usa, a pesar de lo que somos y a pesar de que tan poco confiamos en él? Sobraron doce canastas, acaso uno por cada discípulo, otro testimonio a pesar de su falta de fe.

El pueblo de Israel quedó impresionado con este milagro y ellos dijeron Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero faltaba la fe de decir, como la mujer samaritana del capítulo 4 o el ciego del capítulo 9 ¿No será éste el Cristo?

Su deseo después de hacerlo rey no representa una fe salvadora, sino un deseo de tener consigo una persona capaz de satisfacer su hambre física. De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. El Señor Jesús, sabiendo que iba a ser una gran tentación a los discípulos este deseo de hacerlo rey, envió a los discípulos a cruzar el mar mientras el despedía a la multitud. Pero sigue mostrando su poder divino a sus discípulos a través de calmar el mar, aunque aquí nada más menciona que andaba Jesús sobre el mar y ellos tenían miedo. ¡Que bendición escuchar la voz de su maestro Yo soy; no temáis!

El pueblo quedó confundido acerca del modo de transporte de Jesús al otro lado del mar, habiendo visto que no entraba en la barca con los discípulos. Pero Jesús ni siquiera satisface su curiosidad sino habla a sus corazones acerca de su necesidad espiritual. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará. Como aplicaba el agua del capítulo 4 con la mujer samaritana, aquí aplica el pan a cosa espiritual. Los católicos tropiezan sobre esta comparación, pensando que tiene algo que ver con el pan de los emblemas del memorial, pero es claro por el contexto que no es así. El versículo clave a este capítulo que explica la comida y bebida es el verso 35 y con eso terminamos esta semana. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Felipe Fournier
30 abril de 2023