Antes de proceder con la segunda parte del capítulo 4 de Juan, quiero aclarar algo sobre lo que dije acerca de la hora sexta
en el evangelio de Juan. Es muy cierto que, en los otros tres evangelios, se refiere a medio día la hora sexta. De Mateo; Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Mateo 27:45-46 De Marcos; Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Marcos 15:33 De Lucas; Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Lucas 23:44. Pero en el evangelio de Juan, donde no se menciona las horas de tinieblas ni las palabras de abandono en la cruz, se nota este versículo; Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey!
Juan 19:14. Así que, parece que hay una contradicción pero lo que me ha sido explicado es eso, que en Juan, se usa el tiempo romano, que es igual que el tiempo que usamos nosotros. Así que, en Juan 19, eran las seis de la mañana cuando Jesús fue presentado a la multitud persuadida por sus lideres de pedir a Barrabas y crucificar a Jesús. Que entendamos, fue crucificado a las nueve y aguantó tres horas de maltrato de ser humano, haciendo su peor para hacer sufrir al Santo Hijo de Dios. Después, a medio día, se puso oscuro, y fue entonces que Cristo sufría la pena de nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero. Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
1 Pedro 2:24
Continuando con la historia de la mujer samaritana en nuestro capítulo, escuchamos sus palabras a los varones de la cuidad Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo … Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
Los discípulos, consistente con su punto de vista judía, se muestran igual de pensamiento con la mujer al principio ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
Así los discípulos se maravillaron de que hablaba con una mujer.
Pero el Señor en su paciencia los explica que van a compartir con el gozo que él mismo tenía en aquel momento, compartiendo las buenas noticias de la salvación más allá de los términos del judaísmo. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
El Señor Jesús en nuestro capítulo sembraba la semilla entre los samaritanos. En Hechos 8, Felipe el evangelista, junto con Pedro y Juan, participaron en la cosecha de muchas almas para la vida eterna de entre los samaritanos, una vez menospreciado por los judíos como gentiles con una religión de imitación, pero en aquel día, hermanos amados.
Los hombres de la ciudad escucharon el testimonio de la mujer y salieron a ver aquel hombre. Sin duda los discípulos se quedaban atónitos con lo que veían. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
No dudo que vemos en estos dos días otro ejemplo de la duración del día de la gracia, aproximadamente dos mil años. Es la época en que Dios está obrando, no solo con los judíos sino con todo el mundo. Se nota que el testimonio de la mujer era ¿No será éste el Cristo?
“Cristo” quiere decir “Mesías” pero este título realmente no era uno en que los samaritanos podían encontrar algo que los tocaba a ellos. Jesús es el Mesías por los judíos, no por los samaritanos, aunque ellos habían adoptado ciertas partes de la religión judía y decían, como la mujer nuestro padre Jacob.
Pero su confesión es algo maravillosa que nos da otra vez el carácter distinto del evangelio de Juan; Jesús, Hijo de Dios, salvador del mundo. Decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
Solo la fe alcanzaba esta gran verdad de Juan 3:16 Dios amó al mundo.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Romanos 10:17 Como mencionamos la semana pasada, la religión judía tenía mucho por lo demás en los sentimientos humanos; algo para la vista, un templo hermoso y vestiduras hermosas; para la nariz, olores suaves de incienso; para las manos, ofrendas que tocaron con sus manos, etcétera. Nosotros nos quedamos en el cristianismo con el oír la palabra de Dios y ofrecer por nuestras voces Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
Hebreos 13:15
Así en nuestro capítulo vemos a Jesús como el Cristo, Mesías de los judíos y Salvador del mundo. En el capítulo 5 veremos, de nuevo, que Jesús es el Hijo de Dios Padre. Así vamos adelante hacia el versículo que es un resumen de todo el evangelio de Juan de estas dos verdades. Jesús, Cristo, y Jesús, Hijo de Dios. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Juan 20:31
26 marzo de 2023