Aunque nuestro título dice que estamos estudiando Juan 4, vamos a conectar el último versículo del capítulo anterior con nuestro capítulo. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Como notamos anteriormente, hay muy poca mención en el antiguo testamento que Dios tiene un hijo. Pero lo que Jesús reveló a Nicodemo era de suma importancia que el Hijo de Dios ha venido, enviado por Dios, para que todo aquel que cree en él no se pierda, mas tenga vida eterna.
Ahora, en el último versículo revela que, a través de la fe en el Hijo, hay vida eterna. El judío pensaba de la vida eterna según una vida larga en la tierra. Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
Deuteronomio 5:16 Pero en el capítulo 4, se revela a la mujer samaritana algo nuevo, agua viva, una fuente eterna del Espíritu Santo, dentro de uno, la promesa de una vida eterna no relacionado con algo terrenal.
Pero antes de llegar a esta verdad preciosa, consideramos el viaje caminando de nuestro Señor Jesús, Hijo de Dios, pero caminando como cualquier ser humano. Nosotros, si nos sea posible, evitamos lo que cansa. ¿Por qué, entonces, Jesús no se trasladaba la distancia entre Judea y Galilea por su poder ilimitado como Dios? Sugiero que es para que se escribiera estas palabras Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo.
El quien es nuestro sumo sacerdote en el cielo, nunca usaba sus poderes sin límite para cuidarse de los trajines de la humanidad, aunque siempre en santidad. Hay que leer con cuidado el Salmo 69 para alcanzar un poco de entendimiento sobre los sufrimientos de Cristo, que no eran para purgar nuestros pecados sino para poder simpatizar con nosotros. ¡Bendito Señor Jesús! ¡Nos postramos a tus pies hoy día en adoración por todo lo que eres y que has hecho por nosotros!
Ha habido bastante discusión sobre la hora en que Jesús estaba en el pozo, hasta poemas diciendo que la mujer vino a medio día por la vergüenza de su vida. Pero dado que el evangelio de Juan en otras partes nos habla del tiempo igual como el nuestro, la hora sexta
era, a lo mejor, las seis de la mañana, dándonos a ver que el Señor y sus discípulos caminaron toda la noche. De otro modo, es posible que era la seis de la tarde, pero se dice que las mujeres sacaron el agua del pozo por la mañana. Sea como sea, el Señor Jesús estaba allí en el pozo con el fin de hablar específicamente con aquella mujer samaritana, saliendo fuera de los términos del judaísmo. Le era necesario pasar por Samaria.
Su petición dame de beber
, que sepamos, nunca fue cumplida. Empezaba una discusión entre la mujer sorprendida que le hablara un hombre judío. Pero mientras hablaba, se encontraba algo acerca del carácter de aquel quien hablaba con ella. Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
Él te daría…
es el dicho, sin reservación y sin precondiciones. Me hace pensar de la niña esclava que dijo a su ama Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
2 Reyes 5:3 La fe de la niña no cortejaba ninguna duda. Él lo sanaría
y él te daría
eran ambas dichas seguras y aunque el Señor Jesús no recibía su vaso de agua, la mujer recibió el agua viva del Espíritu Santo, acaso cuando después en el libro de los Hechos, capítulo 8, el evangelista Felipe vino a predicar en este mismo sitio. Igualmente, Naamán fue sanado de su lepra, tal como dijo la niña.
El Espíritu Santo, mencionado en varias figuras a través de nuestro evangelio y ya comparado en el capítulo anterior como el viento
ahora se ve en el aspecto de una fuente. El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Levantado el ánimo de la mujer a través de esta descripción, solo pensaba de cosas terrenales como la misma agua del pozo hondo. Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Era necesario, tal como vimos en todo el evangelio de Lucas, que hubiera en ella un entendimiento de su necesidad como pecadora. Como vimos en Lucas, los que recibían la bendición eran siempre los pecadores arrepentidos, que llegaron diciendo no soy digno.
Así Jesús levantaba la pregunta de su estado matrimonial, cosa diseñada para revelar el pecado tan común en el día de hoy. El que ahora tienes no es tu marido.
La mujer pecadora, después de darse cuenta acerca de este hombre que la conocía de todo, decía Señor, me parece que tú eres profeta.
Su deseo después era de hablar de la religión y la diferencia entre los samaritanos y judíos, pero Jesús, en vez de discutir sobre la religión, le introducía cosas que nos pertenecen hasta el día de hoy en la época cristiana. Adoramos, no en un lugar físico como Samaria o Jerusalén. Adoramos, no con las cosas terrenales como hacían los de aquel entonces; cosas espectaculares al ojo humano como el templo en Jerusalén, los muchos instrumentos de música, el olor del incienso, el sabor de la carne, etcétera, sino en espíritu y en verdad. Trataremos más sobre esto, Dios mediante, la semana que viene. Mientras, escuchamos el testimonio de esta mujer Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
19 marzo de 2023