Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
Romanos 3:20
Sigue en nuestro capítulo 3 de Juan la revelación de lo nuevo que llevaba el Señor Jesucristo, entrando en el mundo como enviado de Dios. El mundo ya era condenado por la ley, la ley que no podían guardar. Ser justificado por la ley fue una imposibilidad y solo revelaba lo que había en el corazón del hombre. El Hijo fue enviado, no para condenar al mundo (eso hacia la ley demasiado bien) sino por su salvación. Que la salvación iba a ser por medio de la fe, se declara una y otra vez en este capítulo. El que cree…
es la palabra de Dios. En Romanos vemos el justo por la fe viviría
y Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1 Además, faltando la fe hay la condenación. El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Las credenciales del Señor Jesucristo era que todo lo que decía y hacia revelaba su origen divino, como Hijo unigénito de Dios, y así la condenación queda ya sobre tal persona que no cree.
En el capítulo 1, vimos que el que vino era la luz, y como la luz, alumbraba a todo cuando vino al mundo. Pero como se prende una luz en un lugar oscuro y las cucarachas huyen para esconder, así es el hombre malo. Los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
Menciono brevemente en el contexto del bautismo que habla de muchas aguas.
Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.
A través de estos versículos y algunos otros, creemos que se la forma correcta del bautismo es por inmersión.
Después vemos el testimonio del fiel mensajero del Hijo, Juan Bautista. Pensaron levantarle la envidia, diciéndole Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.
Pero fue inútil así influenciar a este hombre que vino en el espíritu y poder de Elías. Como también vimos en el primer capítulo de nuestro evangelio, su mensaje era He aquí, el Cordero de Dios.
En aquel capítulo, dos de sus discípulos de Juan escucharon su anuncio y dejaron de seguir a Juan, y seguían a Jesús. Sus palabras aquí revelen la falta total de egoísmo o cualquier deseo de buscar su propia gloria. Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
Por la tercera vez en el capítulo vemos es necesario.
La primera vez es en verso 7; es necesario nacer de nuevo.
Así la grande necesidad del ser humano. La segunda en el verso 14; es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado
y así el gran amor de Dios. Y ahora, la gran humildad de Juan Bautista, siervo fiel de Dios, elogiando a Jesús.
Además, aprendemos algo del entendimiento espiritual que se había dado por el Espíritu Santo a Juan. Aunque lo encontramos en el nuevo testamento, vemos que era un santo, diríamos, del antiguo testamento, pues murió antes de la época cristiana. Y así se confiesa; El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.
Juan tomaba el lugar del amigo del esposo, y de algún nivel entendía que Jesucristo iba a ser el novio. Es difícil saber a que nivel Juan entraba en la verdad de la iglesia como la esposa de Cristo, pues estas cosas esperaban la resurrección y descenso del Espíritu Santo para revelarse en su grandeza.
Así no creo que podemos decir exactamente cuando las palabras de Juan Bautista cesaron y lo dicho por el Espíritu por medio de Juan el evangelista empezaban. Mi pensamiento es que Juan Bautista hablaba hasta el verso 34; El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.
Pienso que Juan estaba explicando que el mismo era terrenal, y Cristo, celestial. También que el Espíritu de Dios que lo llenaba (Lucas 1:15) No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre
) le era dado por medida
pero el que Dios envió, iba a ser de todo, la manifestación de Dios mismo. En otras palabras, creo que aquí vemos que Juan Bautista entendía lo que nosotros llamamos “la trinidad”, Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
Pero no creo que Juan alcanzaba entender lo contenido en los últimos dos versículos; era algo revelado al discípulo que se nombraba a si mismo el discípulo a quien Jesús amaba.
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.
Este dicho es una de las lámparas brillantes del evangelio conduciéndonos al cristianismo.
12 marzo de 2023