En el capítulo 3 de Juan vemos algo del carácter distinto del evangelio. Ni leemos en los otros tres evangelios de tal Nicodemo, pero Juan tenia porque usar este hombre para desarrollar su tema en el evangelio, acerca de la persona divina de Jesucristo, y revelarlo como Hijo de Dios, algo apenas conocido en el antiguo testamento. Nuestro capítulo 3 de Juan contiene el verso acaso más conocido en toda la Biblia, un versículo precioso y se ha explicado como el evangelio conciso y directo, o como se dice en inglés “El evangelio en pocas palabras” o en la expresión idiomático “El evangelio en la cáscara de nuez.” Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Que estas preciosas palabras, entre muchas otras, fueron dadas a tal como un líder de Israel y miembro del concilio de 24 ancianos (conocido con el nombre “Sanedrín”) nos da de entender que este hombre Nicodemo tenía ya la vida nueva de que Jesús le explica en nuestro capítulo. Que Nicodemo no entendía del nuevo nacimiento es bastante obvio a través de sus palabras dudosas ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Y, un poco más adelante ¿Cómo puede hacerse esto?
Pero siendo maestro en Israel, Nicodemo no debía haber ignorado de los principios enseñados en Ezequiel 26:24-32. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Este es el nuevo nacimiento en el antiguo testamento, vida nueva que el hombre recibe de parte del Espíritu de Dios, sin intervención humana y sin la cual nadie vendría a la salvación. Nicodemo vino de noche a Jesús, pero vino porque ya tenía la vida nueva por haber sido nacido de nuevo. Muchos tropiezan sobre este principio, pensando que el hombre tiene responsabilidad de creer primero, pero el Señor Jesús en nuestro evangelio nos dice claramente Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.
Juan 6:44 Así que, como el Señor Jesús explica en este nuestro capítulo 3 de Juan, El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Vemos el efecto del viento, pero el viento en sí, no podemos ver. Así vemos a veces la obra del Espíritu Santo obrando en la conciencia de uno, dándolo de conocer su condición perdida y haciéndolo buscar a Dios. El ser humano, en su condición perdida, sin el nuevo nacimiento, nunca buscaría a Dios.
Algunos dicen “pues entonces, ¿para qué predicar el evangelio, siendo que la operación del Espíritu viene a través de Dios y nada podemos nosotros hacer para influirlo?” Hay varias repuestas adecuadas que podemos citar a esta protestación, pero menciono dos de la enseñanza del apóstol Pablo. Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
1 Corintios 1:21 (Mucho del capítulo 1 y 2 de 1 Corintios enseña como la salvación es la obra de Dios, desde lo primero hasta el fin pues los corintios se jactaban de su sabiduría y ciencia superior. Pero el apóstol los enseñaba que su salvación no había sido por su inteligencia superior, sino por la voluntad de Dios y nada más.) En el mismo libro leemos Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!
1 Corintios 9:16
Así hermanos, predicamos el evangelio, dejando los resultados con Dios y confiando en El que es justo y sabio. Nicodemo también tropezaba sobre estos principios, pero el Señor Jesús veía bueno revelarlo cosas celestiales, que es gran parte de la enseñanza del evangelio de Juan, introduciendo el cristianismo como ya cosa celestial y no terrenal como el judaísmo. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Terminamos nuestro estudio hoy con estos preciosos versículos 14-17. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Así nadie puede acusar a Dios de injusticia, pues envió a su propio Hijo al mundo para pagar el precio de nuestra salvación. El ejemplo tan bonito que se da es de Moisés y la serpiente de bronce en el desierto. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.
Números 21:9 Una vista de fe salvaba al Israelita muriendo de la mordida de los serpientes y así una mirada de fe al Señor Jesús da salvación al pobre ser humano, muerto en sus pecados y solo revivido por la acción del Espíritu Santo, para que pudiera tener fe y ser salvo por aquella fe.
26 febrero de 2023