MEDITACIONES

de     F. F.

Nehemías 5: Tristes relaciones entre hermanos familiares


Léase por favor Nehemías 5


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobre llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Gálatas 6:1

“Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios.”

La semana pasada notamos como los habitantes de la tierra, influenciados por Sanbalat y Tobías, amenazaron a los judíos que trabajaban en la construcción del muro. Pero la obra seguía a pesar de las dificultades, pues trabajaron con ánimo y diligencia, viendo el enemigo al exterior. Ahora, en nuestro capítulo 5, vemos algo quizás más triste y difícil, pues había problemas grandes de por dentro de si mismo del remanente. “Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos… Y había quienes decían: Hemos tomado prestado dinero para el tributo del rey, sobre nuestras tierras y viñas.” Notamos como el rey en Babilonia exigía de los judíos un impuesto muy fuerte, aparentemente cobrándolos según el tamaño de sus familias. “Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos.” Cuando todo estaba en orden en la tierra, los muchos hijos eran una prueba de la bendición de Jehová. “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.” Salmo 127:3 Es una marca de la condición de ruina en que estaban que lo que antes era una bendición, había llegado a ser una pesadilla.

Era tanto el impuesto que los pobres no podían pagar y tenían que prestar dinero de sus hermanos. Pero sus hermanos, en vez de tener compasión por sus hermanos pobres, lo vieron como una oportunidad de ganancia, y cobraron intereses bien altos, tanto que a veces los pobres tenían que vender sus preciosos hijos a servidumbre para poder pagar el impuesto. Parece que hubo tiempo cuando Nehemías estaba en ignorancia de lo que estaba pasando, pero cuando se dio cuenta “Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y a los oficiales, y les dije: ¿Exigís interés cada uno a vuestros hermanos? Y convoqué contra ellos una gran asamblea…”

“Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.” Romanos 7:7 La codicia es tan común al ser humano que el mismo respirar. Usamos otra palabra a veces; la avaricia. Es un pecado que según 1 Corintios 5:9-10 puede llegar a nivel de excomulgación. “Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras…” No es fácil a veces juzgar la avaricia siendo que cada uno de nosotros tenemos la tendencia de codiciar algo más de lo que tenemos. Pero creo que en este capítulo vemos como la codicia llega siendo avaricia; el amor del dinero a tal nivel de hacer daño a nuestros hermanos y familiares.

No voy a citar ejemplos, pero pienso que cada uno puede pensar de una situación no tan diferente en la asamblea donde se congrega cada uno, cuando se ha visto una situación donde se espera que se manifieste el amor fraternal, pero en vez de eso se ha notado otra cosa. Ojalá que no ha sido muy común, pero notamos como el diablo trabaja para desanimar, levantando la carne en nuestros hermanos para que nosotros desanimemos, y acaso digamos “no vale la pena quedarme aquí donde los que profesan el nombre de Cristo se comportan así.”

Pero Nehemías era uno que puso buen ejemplo. “Y dije: No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el temor de nuestro Dios, para no ser oprobio de las naciones enemigas nuestras? También yo y mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y grano; quitémosles ahora este gravamen.” Parece que Nehemías, aunque era un hombre común, era uno que disfrutaba de un ingreso muy alto, pero lo había usado en forma que honraba a Jehová. Su testimonio había sido tal que “Y callaron, pues no tuvieron qué responder.” Sabían que eran culpables y Nehemías podía amonestarlos con una fuerza moral. ¿Y es así con nosotros? Si pensamos amonestar a nuestros hermanos, es necesario que nosotros tengamos el testimonio de obediencia en nuestras vidas. Si no, nuestras palabras no tendrán la fuerza moral para corregir. Además, Nehemías les da el motivo bueno, pues “yo no hice así, a causa del temor de Dios.”

Vemos que sus palabras tuvieron el efecto deseado. “Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del vino y del aceite, que demandáis de ellos como interés. Y dijeron: Lo devolveremos, y nada les demandaremos; haremos así como tú dices.” Me parece que estaban cobrando el diez por ciento de interés, aprovechando su posición de riqueza para empobrecer aún más a sus hermanos atribulados por la mano dura del poder gentil.

Vemos por fin porque la conducta de Nehemías era para ayudar a sus hermanos en vez de aprovechar. El sabía que los otros gobernadores vivían en lujo, cobrando a sus hermanos. Pero Nehemías dice “pero yo no hice así, a causa del temor de Dios.” ¡Que sea así, mis amados amigos, en nuestras vidas! Que el temor de Dios tenga su bendita influencia en todo lo que hacemos, incluso lo que tiene que ver con el dinero.

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Felipe Fournier
1 agosto de 2021