Continuamos y esperamos hoy día terminar con este capítulo 5 de Esdras. Hemos demorado aquí por varias semanas, desviando a leer los profetas Hageo y Zacarias para dar mejor entendimiento de este evento y los meses después que seguían con la construcción, bajo la ayuda y la palabra profética de los dos profetas.
“Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.” Zacarias 4:6-7
La semana pasada notábamos como Zorobabel salió a construir con su plomada en su mano. Vimos como los que despreciaban los días de las pequeñeces se animaron y empezaron a ayudar. Esta semana quiero ver la aclamación “Gracia, gracia a ella” y su significado por el día de ruina en que nosotros también estamos.
“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Juan 1:17-18
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…” Hebreos 1:1-2
Aun en el antiguo testamento vemos obrando la gracia de Dios, pues la gracia es favor no merecido. Zorobabel y sus compañeros trabajaban, entendiendo un poquito de la gracia de Dios que les ayudaba en su construcción del templo. Pero nosotros en el día que llamamos “el día de la gracia” entendemos mucho mas, pues nosotros hemos escuchado la voz de Dios hablando, ni por Hageo ni por Zacarias, sino por su propio hijo, el Señor Jesucristo. Nos ha traído la gracia de Dios directamente y nos ha hecho conocer al Padre.
Escuchamos las palabras de Zorobabel y Jeshua, rey y sacerdote, a los impíos Samaritanos que volvían a impedir la obra de una vez cuando volvieron a construir. Es raro, pero escuchamos sus palabras a través de una carta escrita a Darío el rey en Babilonia enviado por aquellos Samaritanos. “En aquel tiempo vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos muros? … Y nos respondieron diciendo así: Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de Israel. Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia.”
Notario es que, durante todo el tiempo de suspenso de la obra de construcción, mientras los judíos trabajaban en sus casas artesonadas (Hageo 1:4) no había nada de oposición. Los Samaritanos no impedían nada mientras los judíos se preocupaban de cosas terrenales como cualquier otro. Pero cuando volvieron a trabajar en la casa de Jehová, de una vez se levantaba la persecución. Es así también por nosotros si buscamos la senda más fácil por este mundo, pero evitando el desprecio relacionado con un discípulo fiel del Señor Jesús; no veremos la oposición del mundo, sea el mundo secular o el mundo religioso, mientras seguimos la senda de un cristiano mundano. Pero cuando uno se dedica a seguir al Señor, va a haber oposición. “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.” 2 Timoteo 3:12
Pero volviendo a la carta y lo que se dijo a los Samaritanos, me parece el secreto del éxito de estos judíos, entendiendo la profecía de Zacarias “Gracia, Gracia…” ¡Confesaron a los paganos Samaritanos su triste historia y sus consecuencias! Además, dijeron “Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra…” ¿Por qué no dijeron que eran los siervos de Jehová? Hubiera sido cierto, pero reconocían el dicho del profeta Oseas “Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.” Oseas 1:9 Entonces, viendo y reconociendo su estado humillado debajo de la mano fuerte de Babilonia, veían y decían que servían al Dios del cielo y de la tierra, un Dios soberano que estaba trabajando, no solo en Israel, pero también en todo el mundo.
Esta humildad los conservaba a ellos hasta terminar con la obra de construcción del templo y así nos va a conservar a nosotros, congregados al nombre del Señor Jesucristo, pues estamos en semejantes condiciones de ruina. Nuestro hermano Jim Hyland una vez me dijo que no es por accidente que el versículo que nos anima “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18:20, está rodeado en ambos lados de dos cosas de suma importancia para mantener esta verdad. El capítulo 18 de Mateo empieza con humildad como un niño (Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos) y termina con la necesidad de perdonar a nuestros hermanos. Como Zorobabel, debemos reconocer que Dios está trabajando por todo el mundo a pesar de la ruina del testimonio de que “hay un solo cuerpo.”
25 abril de 2021