MEDITACIONES

de     F. F.

Esdras 5:1, Hageo 1:14, 15: La gloria postrera


Léase por favor Hageo 2:1-9


“En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes…” Hageo 1:1

“Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios, en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío.”

“Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban.” Esdras 5:1-2

Así duraron 24 días meditando sobre la voz profética de Hageo y Zacarias. (Acaso añadimos algo sobre la profecía de Zacarias más adelante, antes de continuar en nuestro libro principal, el libro de Esdras.) ¿Por qué demoraron 24 días? Pues, la paciencia de Dios esperaba el ejercicio de sus corazones para levantarse de su flojera espiritual para volver a construir según el mandamiento de Jehová. A nosotros también nos conviene la paciencia con nuestros hermanos. Acaso hay algo que nosotros vemos muy claramente y nos confunde porque otros no lo ven. Vale la pena dejar a nuestros hermanos tiempo para meditar y reflexionar en la presencia de Dios.

El profeta Hageo profetizaba sobre un periodo de tres meses. Quizás nos ayuda entender como fue, considerando las fechas que nos son dados por el Espíritu Santo en este pequeño libro.

“Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel…”

“Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto. No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes.” 2 Corintios 1:23-24 Así habla el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios. Que estaban bien mal espiritualmente leemos en 1 Corintios. Pero, aun así, el apóstol no quiso venir de una vez para corregir los problemas, sino esperaba que su fe fuera ejercitada por el Señor mismo. Si nosotros tratamos de imponer nuestros entendimientos sobre nuestros hermanos, acaso se haga lo que pensamos bien, sin el ejercicio de la fe de cada cual. Así a pesar de sus palabras tan fuertes de Hageo, no quiso imponerlos su profecía y en el fin, no fue Hageo sino Jehová que despertó el espíritu de Zorobabel.

“En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel…” Un mes después que habían empezado de trabajar de nuevo en la casa de Dios, Hageo vuelve con más palabras de ánimo. Imagino que esto fue la mano y la voz de Dios, pues siempre somos sujetos al desánimo cuando es cuestión de paciencia y trabajar en seguida. Se puede leer en Esdras 5 como los pueblos paganos que les rodeaban trataban de poner obstáculos (como solían hacer antes), para que no terminaren el trabajo. Pero yo creo que esta profecía de Hageo en el principio de nuestro capítulo 2 era algo que les daba un fuerte anhelo para seguir la obra hasta terminarla.

Hemos recordado como los ancianos lloraban, pues recordaban el pasado de la casa antigua, el templo de Salomón y su gloria, mientras los jóvenes regocijaban en el presente de la construcción del templo después de tantos años de cautiverio en Babilonia y la flojera espiritual. Pero el profeta Hageo enseña ni del pasado ni del presente, sino del futuro; la gloria postrera. “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos? Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos … De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”

¿De qué se habla cuando dice el profeta “la gloria postrera”? ¿Hablaba de la casa pequeña que ellos construían en aquel entonces? ¿O hablaba de la reconstrucción de Herodes después, que tomaba 46 años para construir? (Juan 2:20) Pues, ninguno de los dos. No, la gloria postrera habla de la gloria del “Deseado de todas las naciones”, el Señor Jesucristo que en un día aun futuro va a morar en la casa como su Mesías y su Rey. Entonces, la gloria postrera no habla de la grandeza de la casa, sino de la gloria de la persona que va a llenar la casa. ¡Que palabras de ánimo eran estas para el pequeño remanente que trabajaba en la casa, con todas sus debilidades, con la oposición de los pueblos alrededor, y con la pobreza de materiales (“traed madera”) que vimos la semana pasada! La gloria del templo de Salomón había sido la belleza de la casa con sus piedras inmensas, con el oro y la plata. Pero la gloria postrera es mucho más importante y más bella, el hombre con las heridas de los clavos en sus manos y sus pies.

¿No hay en eso un mensaje por nosotros en el día de ruina? ¿No es la presencia del mismo Señor Jesucristo en medio que da la gloria a la casa, sea como sea la pobreza espiritual y debilidad de los cristianos que están allí? “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Mateo 18:20 ¿Es el Señor Jesús el deseado de nuestro corazón, como va a ser en el futuro el Deseado de todas las naciones? ¿O se busca otra cosa para motivarnos a la adoración?

Felipe Fournier
11 abril de 2021