“Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios.”
Dos cosas noto en este versículo; la primera, que empezaron con el holocausto, que habla de lo que Cristo es en su persona y su obra para con Dios. Pienso que nosotros muchas veces enfocamos más en los sufrimientos de Cristo como expresados en el Salmo 69 a la mano del hombre; los clavos en sus manos y en sus pies; la corona de espinas; el maltrato a los hombres. Acaso es porque, siendo que todos nosotros conocemos algo de dolor y de sufrimiento físico, lo entendemos más que tratar de comprender que era sufrir por el pecado en tres horas de tinieblas. Pero es algo para meditar pues aquí primero empezaron con el holocausto.
La segunda cosa es “como está escrito en la ley de Moisés…” ¿No habían cambiado mucho las circunstancias desde que Moisés lideraba el pueblo de Israel triunfante sobre sus enemigos los egipcios al desierto, al otro lado del mar Bermejo? Pues, claro que sí, pero aun así, la palabra de Dios incambiable era su guía de todos modos. ¿No puede ser así por nosotros también?
“Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde.” Para mi este versículo es de suma importancia por varios motivos. Primero, vemos que colocaron el altar sobre su base, o sea, su fundación. (Quiero mencionar que lo que sigue aquí aprendí del hermano Ricardo Guillen de San Rafael, Argentina hace quizás 18 años.) ¿Qué? ¿No habían pasado 70 años de cautiverio, y la destrucción de todo en Jerusalén que pertenecía a la casa de Jehová? Si, es cierto, pero toda la fuerza del enemigo no había podido borrar o eliminar la base del altar. Y he aquí nosotros, casi dos mil años después de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo y el establecimiento de la iglesia, ¿es posible que nosotros podamos continuar el culto de adoración sobre la misma base? ¿Y cuál es la base? “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; hay un cuerpo” Efesios 4:3-4. Vemos la confusión alrededor en el cristianismo, y quizás diríamos “¿Cómo es posible decir que hay un cuerpo? Parece que son muchísimos.” Otros dicen que la base ya no existe y por eso no le importa al Señor donde nos congreguemos; que cada uno escoge según su placer. Sugiero a ustedes, mis amigos, que a pesar de todo el poder del enemigo en contra la asamblea, y toda la apariencia de una situación irreparable, la base no ha sido eliminada. Creo que todavía es posible recordar al Señor en el partimiento de pan según la voluntad de Dios, sobre la base que “hay un solo cuerpo.”
Es interesante ver el motivo de su construcción del altar. Era por miedo de los pueblos alrededor. Quizás hubiéramos pensado que sería mejor edificar algunas obras de defensa, y armar al pueblo con arcos, espadas, y escudos. Pero no, no es lo que hicieron. Ellos se reconocieron como sumamente débiles. La adoración y acercamiento al verdadero Dios era su única esperanza de la protección en los tiempos de ruina. Así que hermanos, pienso yo que no hay cosa mas importante que el partimiento de pan. (Hay algunos que lo han abandonado por el miedo de la corona virus. De mi punto de vista esto está triste.) Seguro que es importante que leamos la palabra de Dios junto y que oremos, pero no pongamos a un lado el culto de adoración para nada. No lo dejemos, mis amigos, para repartir folletos o ayudar a los necesitados. Todas estas cosas son bien importantes pero no llegan al nivel de este lugar tan precioso, la presencia del Señor en medio del partimiento de pan. “Haz esto en memoria de mí.”
En el fin del capítulo se nota que había un entendimiento de la debilidad en que se reunían. “Y muchos de los sacerdotes y de los Levitas y de los cabezas de los padres, ancianos que habían visto la casa primera, viendo fundar esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría.” Los ancianos notaron que la casa no era nada comparada con la casa anterior, el templo de Salomón, y lloraron por la debilidad. Los jóvenes, emocionados por ver la construcción de una casa que ellos nunca habían conocido, daban gritos de alegría. Yo creo que ambos grupos hicieron bien, y se entiende los sentimientos. A veces vemos bien cuan débiles somos, como por ejemplo la semana pasada estando en Ejido Independencia Económica, Baja California, México, éramos unas 13 personas, diez de los cuales venían de Ensenada y yo de los EU. En cambio, el año pasado en la conferencia en Oaxaca había alrededor de 700 hermanos reunidos en el partimiento de pan. Pero damos gracias en cada circunstancia que aún es posible adorar al Señor Jesús en una forma según la palabra de Dios, aunque en mucha debilidad y no con las señas externas de los primeros días de la asamblea en el libro de los Hechos.
21 marzo de 2021