(42:25) Y mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino: é hízose así con ellos. (42:26) Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y fuéronse de allí. (42:27) Y abriendo uno de ellos su saco para dar de comer á su asno en el mesón, vió su dinero que estaba en la boca de su costal. (42:28) Y dijo á sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y aun helo aquí en mi saco. Sobresaltóseles entonces el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?
(42:29) Y venidos á Jacob su padre en tierra de Canaán, contáronle todo lo que les había acaecido, diciendo: (42:30) Aquel varón, señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como á espías de la tierra: (42:31) Y nosotros le dijimos: Somos hombres de verdad, nunca fuimos espías: (42:32) Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. (42:33) Y aquel varón, señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres de verdad; dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad, (42:34) Y traedme á vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres de verdad: así os daré á vuestro hermano, y negociaréis en la tierra.
(42:35) Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero: y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. (42:36) Entonces su padre Jacob les dijo: Habéisme privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y á Benjamín le llevaréis: contra mí son todas estas cosas. (42:37) Y Rubén habló á su padre, diciendo: Harás morir á mis dos hijos, si no te lo volviere; entrégalo en mi mano, que yo lo volveré á ti. (42:38) Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros; que su hermano es muerto, y él solo ha quedado: y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor á la sepultura”. (Génesis 42:21-38)
La conferencia en Tijuana fue un tiempo de mucho refrigerio espiritual. Había unos cien hermanos que reunieron de varios partes de México y de los EU y disfrutamos unos estudios bien interesantes y provechosos sobre 1 Tes. 4 y 5. Estudiamos las dos características de la venida del Señor por los suyos, llamado en forma general “la segunda venida del Señor” aunque esta en dos partes. Primero, en capítulo 4 habla de la venida del Señor en secreto, que nosotros llamamos “el arrebatamiento” cuando el Señor Jesús vendrá a recoger los muertos en Cristo de toda época y además los que son vivos en aquel día. Ojala que en este número estén incluidos todos mis lectores. Después de los siete años de la gran tribulación, vendrá el Señor CON sus santos para juzgar los tres grupos; los profesantes falsos de cristianismo, los judíos incrédulos que ponen su confianza en el anticristo, y las naciones de los gentiles. La verdad de las dos partes de la venida del Señor fue por lo menos escondido (si no perdido totalmente) de la mayoría de creyentes en Cristo por muchos siglos y damos gracias a Dios que nos ha sido restaurado en estos postreros días como “la esperanza bienaventurada”. Tito 2:13
Hace dos semanas dejamos los hermanos de José humillados y confundidos en Egipto, tratados duramente por el gobernador y aparentemente, sin motivo según su parecer. Pero más grandes tribulaciones les esperan. “Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos. Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí. Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal. Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios”?
Aquí vemos el doble lado de los tratamientos de José con sus hermanos. Su dinero no iba a recibir, pues no quería su dinero, quería sus corazones. Que gran testimonio para nosotros en el día de hoy, pues Dios tampoco quiere nuestras obras, nuestro dinero, o cualquier otra cosa que podemos ofrecerle. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia ... ”. Tito 3:4-5
Los hermanos están espantados y por fin están viendo que lo que les ha caído no era casualidad, sino la mano de Dios. “¿Qué es esto que nos ha hecho Dios”? Su mala conciencia les remordía y por eso no podían gozar en la bondad de José. Así el hombre no puede regocijar en la bondad de Dios porque tienen miedo. “Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas”.
Aquí parece que Jacob sospechaba la verdad acerca de José. “Me habéis privado de mis hijos” dice el, aunque antes no tenía por qué creer que los hermanos estaban involucrados en la des apariencia de José. Pero no vemos aquí las palabras de fe de parte de Jacob; “contra mí son todas estas cosas”. Está deprimido y se encuentra con miedo del futuro. En el nuevo testamento leemos “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. 2 Corintios 4:16-17 Para Jacob, en estos momentos era “que mala suerte” pero no era suerte, ni casualidad sino la mano de Dios a través de José, no contra él sino cien por ciento por él.
Ahora Rubén revela cuan poquito entendía el corazón de su padre, y mucho menos el corazón de Dios. “Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti”. ¿Acaso Jacob quería la muerte de dos nietos para recompensar la perdida de Benjamín? ¿Cómo era posible que tal cosa animaría a Jacob enviar a Benjamín a un fin desconocido? Pero en verdad todo iba a salir para una bendición indecible, aunque Jacob no lo sabía todavía.
21 septíembre de 2014