José y sus sueños
(37:5) Y soñó José un sueño y contólo á sus hermanos; y ellos vinieron á aborrecerle más todavía. (37:6) Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: (37:7) He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor, y se inclinaban al mío. (37:8) Y respondiéronle sus hermanos: ¿Has de reinar tú sobre nosotros, ó te has de enseñorear sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más á causa de sus sueños y de sus palabras.
(37:9) Y soñó aún otro sueño, y contólo á sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban á mí. (37:10) Y contólo á su padre y á sus hermanos: y su padre le reprendió, y díjole: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, á inclinarnos á ti á tierra? (37:11) Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre paraba la consideración en ello.
(37:12) Y fueron sus hermanos á apacentar las ovejas de su padre en Sichêm. (37:13) Y dijo Israel á José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Sichêm: ven, y te enviaré á ellos. Y él respondió: Heme aquí. (37:14) Y él le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y enviólo del valle de Hebrón, y llegó á Sichêm.
(37:15) Y hallólo un hombre, andando él perdido por el campo, y preguntóle aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? (37:16) Y él respondió: Busco á mis hermanos: ruégote que me muestres dónde pastan. (37:17) Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos á Dothán. Entonces José fué tras de sus hermanos, y hallólos en Dothán. (37:18) Y como ellos lo vieron de lejos, antes que cerca de ellos llegara, proyectaron contra él para matarle. (37:19) Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador; (37:20) Ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia le devoró: y veremos qué serán sus sueños. (37:21) Y como Rubén oyó esto, librólo de sus manos y dijo: No lo matemos. (37:22) Y díjoles Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver á su padre.
(37:23) Y sucedió que, cuando llegó José á sus hermanos, ellos hicieron desnudar á José su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí; (37:24) Y tomáronlo, y echáronle en la cisterna; mas la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.
José vendido por sus hermanos
(37:28) Y como pasaban los Midianitas mercaderes, sacaron ellos á José de la cisterna, y trajéronle arriba, y le vendieron á los Ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron á José á Egipto. (37:29) Y Rubén volvió á la cisterna, y no halló á José dentro, y rasgó sus vestidos. (37:30) Y tornó á sus hermanos y dijo: El mozo no parece; y yo, ¿adónde iré yo? (37:31) Entonces tomaron ellos la ropa de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la ropa con la sangre; (37:32) Y enviaron la ropa de colores y trajéronla á su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es ó no la ropa de tu hijo. (37:33) Y él la conoció, y dijo: La ropa de mi hijo es; alguna mala bestia le devoró; José ha sido despedazado. (37:34) Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y enlutóse por su hijo muchos días. (37:35) Y levantáronse todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo tengo de descender á mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y llorólo su padre.
(37:36) Y los Midianitas lo vendieron en Egipto á Potiphar, eunuco de Faraón, capitán de los de la guardia”. (Génesis 37:1-36)
“Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía”.
Los sueños de José eran de dos tipos. El primero tenía que ver con una escena terrenal. “He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío”. El segundo sueño era de una escena celestial. “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí”. En estos sueños se veía la gloria futura de José como el mayor en el reino de Faraón. José, siendo ignorante de las cosas que le esperaban, como un niño estaba simplemente contando sus sueños a su familia, aparentemente inconsciente de su impacto sobre sus hermanos quienes no aguantaban este niño favorecido de su padre.
“Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él”. Juan 7:3-5
Vemos en estos versículos en Juan que los hermanos carnales del Señor Jesús tampoco aguantaban este hermano que no entendían. Pensaban, como pensaban muchos años antes los hermanos de José, que buscaba su propia gloria. José no sabía el futuro que le esperaba. Jesús, conociendo todo lo que había de acontecer, contestó a sus hermanos. “Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto”. Juan 7:6
José solo llegó a tener una ascendencia terrenal. Pero el Señor Jesús va a tener su reino sobre todas cosas ambos terrenales y celestiales. “Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás”. Apoc. 5:13
“Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia, más su padre meditaba en esto”.
Jacob tampoco entendía el futuro y reprendía a su hijo menor. Pero mientras reprendía, también meditaba sobre los sueños de su hijo. Vemos en esto un prototipo de la falta de entendimiento en José y María sobre su hijo de doce años que habían perdido. “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Más ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón”. Lucas 2:46-51Así vemos en la persona del Señor Jesús un niño que siempre estaba consciente de quien era de verdad, pero a la vez nunca actuando en una forma fuera de su orden como niño sujeto a sus “padres”. Su madre meditaba sobre estas cosas y sin duda, veinte dos años después estando al lado de la cruz, había empezado de entender algo de la gloria de aquel hijo. Jacob también iba a tener que esperar aproximadamente el mismo tiempo. “Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto”. Pasando los siete años de abundancia y después dos años de hambre, ya José hubiera cumplido treinta y nueve años de edad, veinte dos años después de que fue vendido a los Ismaelitas su padre le volvió a ver, el hombre más poderoso en todo el mundo.
José no soñaba ni esperaba sus sufrimientos que iban a anticipar su gloria. Pero el Señor Jesús vino para sufrir primero que todo. Sus discípulos anticiparon la gloria sin pensar en los sufrimientos que tenían que venir antes y así se encontraron confundidos cuando se les hablaba de que iba a sufrir. Pero después de la cruz, Jesús les reprendía por su torpeza. “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria”? Lucas 24:26
Como otros han dicho, no hay prototipo más completo en el antiguo testamento de la persona del Señor Jesús como la historia de José. Pero a la vez que vemos las semejanzas, así también vemos los contrastes. José ignorante, Jesús siempre consciente. “Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre él, … ”? Juan 18:4
13 julio de 2014