(32:3) Y envió Jacob mensajeros delante de sí á Esaú su hermano, á la tierra de Seir, campo de Edom.
Jacob prepara su encuentro con Esaú
(32:6) Y los mensajeros volvieron á Jacob, diciendo: Vinimos á tu hermano Esaú, y él también vino á recibirte, y cuatrocientos hombres con él. (32:7) Entonces Jacob tuvo gran temor, y angustióse; y partió el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos cuadrillas; (32:8) Y dijo: Si viniere Esaú á la una cuadrilla y la hiriere, la otra cuadrilla escapará.
(32:9) Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete á tu tierra y á tu parentela, y yo te haré bien. (32:10) Menor soy que todas las misericordias, y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; que con mi bordón pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos cuadrillas. (32:11) Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga quizá, y me hiera la madre con los hijos. (32:12) Y tú has dicho: Yo te haré bien, y pondré tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.
(32:13) Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino á la mano un presente para su hermano Esaú. (32:14) Doscientas cabras y veinte machos de cabrío, doscientas ovejas y veinte carneros, (32:15) Treinta camellas paridas, con sus hijos, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. (32:16) Y entrególo en mano de sus siervos, cada manada de por sí; y dijo á sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. (32:17) Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo ¿De quién eres? ¿y adónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti? (32:18) Entonces dirás: Presente es de tu siervo Jacob, que envía á mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros. (32:19) Y mandó también al segundo, y al tercero, y á todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme á esto hablaréis á Esaú, cuando le hallareis. (32:20) Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro: quizá le seré acepto. (32:21) Y pasó el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento.
Jacob lucha con Dios y vence
(32:24) Y quedóse Jacob solo, y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. (32:25) Y como vió que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y descoyuntóse el muslo de Jacob mientras con él luchaba. (32:26) Y dijo: Déjame, que raya el alba. Y él dijo: No te dejaré, si no me bendices. (32:27) Y él le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. (32:28) Y él dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel: porque has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido. (32:29) Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y él respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre? Y bendíjolo allí. (32:30) Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar Peniel: porque vi á Dios cara á cara, y fué librada mi alma.
(32:31) Y salióle el sol pasado que hubo á Peniel; y cojeaba de su anca. (32:32) Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo: porque tocó á Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo”. (Génesis 32:1-32)
Disculpe la falta de estudios recién; he estado viajando y ha sido muy difícil encontrar el tiempo libre para meditar y escribir. Pude aprovechar los viajes para visitar a mis hermanos en otros lugares y también para visitar a mi hijo y su familia.
Dejamos a Jacob la vez pasada haciendo un acuerdo de separarse de su suegro. Sus motivos de Jacob para no eran tanto de fe, aunque Jehová si le había aparecido después de tantos años, pues principalmente Jacob huía de Labán y sus engaños. En nuestro capítulo vemos como Jacob se encuentra con un peligro desconocido, la ira de su hermano Esaú. “Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos. Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió”.
Porque Jacob se anunciaba a su hermano como un hombre muy rico, no lo sé. Quizás pensaba impresionar a su hermano como la bendición de su padre Isaac se estaba cumpliendo. O quizás pensaba que por ser ahora un hombre rico iba a dar la impresión a Esaú que también tenía poder. Pero la respuesta de Esaú era nada más “Vengo con cuatrocientos hombres”. Podemos imaginar cómo Jacob se ponía asustado. Era un hombre rico pero impotente. Con el andaban algunos siervos y su hijos todavía tiernos, pero no tenía un ejército ni poder para resistir si Esaú venía con malas intenciones.
El temor no es algo agradable en la vida pero si ocasiona en nosotros lo que ocasionó a Jacob, puede ser algo que Dios usa para hacernos sentir nuestra debilidad y necesidad. Por la primera vez quizás en su vida, Jacob se da cuenta que esta cien por ciento inútil y débil en la presencia de un hermano enfadado por el engaño de hace tantos años. Se ponía a orar en una forma sincera y sin pretensiones, aunque vemos que su fe era muy débil, pues primero que orar, dividió su familia en dos bandas o campamentos con la idea de huir y salvar a parte de la familia si fuera necesario.
“Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud”.
Hay algo profundamente relevante en esta oración; “menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo”. Jacob había pasado años en luchas fuertes para hacerse rico. Había luchado contra su suegro, quien cada vez que veía a Jacob prosperando, había intentado cambiar la situación para su propio beneficio. Como dijo Jacob de Labán “has cambiado mi salario diez veces”. Pero ahora reconoce por la primera vez que nada más fue la misericordia de Jehová que le había protegido y bendecido. No fueran sus manipulaciones con las varas cuando intentaba forzar las vacas dar las crías que le iban a enriquecer, ni tampoco sus trabajos de día y noche, sino solamente la misericordia de Dios. Y además, reconocía las promesas de Dios en Betel. “Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud”. Estas eran palabras de fe, aunque todavía faltaba mucho para creer a Dios y confiar de todo.
Así vemos como Dios empezaba a ejercitar la conciencia de Jacob a través de incertidumbre y miedo. Puede ser que así pasa en nuestras vidas. Queremos tener una vida tranquila, llena de las bendiciones y misericordias de Dios. Preferible fuera por nosotros evitar las dificultades de la vida y los temores y miedos. Pero Dios nos ama, como amaba también a Jacob. “Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías. Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob”. Malaquías 1:1-2 Como no era bueno que Jacob siguiera esta senda de distancia y sin comunión con Dios, así pasa a nosotros, pues estamos en la misma escuela de Dios y como Jacob, es necesario que aprendamos la confianza en Dios y su amor a través de los trajines de la vida. ¡Que no digamos, como Israel en los días de Malaquías, ¿en que nos amaste?!
Continuaremos Dios mediante la semana que viene para ver las luchas de Jacob con el ángel, quien indudablemente era el Señor Jesucristo en forma de ángel.
18 mayo de 2014