MEDITACIONES

de     P. F.

Algunos pensamientos de la conferencia en Burbank, diciembre, 2012  *

Estoy aquí en la conferencia en Burbank, junto con unos 650 hermanos de muchos lugares, incluso unos 30 del idioma español.  Estamos contentos que podía asistir de Oaxaca N. y L., y también B., la mama de L.

En los estudios estamos en el capítulo 2 de Filipenses, algo que estudiamos también en la conferencia en Tijuana hace cuatro meses.  Pero a pesar de haberlo estudiado hace poco tiempo, el Espíritu de Dios nos está proveyendo alimentación de nuevo.  Quería compartir un poco de lo que hemos estado meditando en el capítulo.

Al principio un hermano nos dio un bosquejo del libro de Filipenses, dando como introducción que Pablo tenía un amor especial para los filipenses pues en aquel lugar había sufrido por el nombre de Cristo junto con su compañero Silas (Hechos 16).  El carcelero era el primer hombre en la ciudad que les mostró bondad después que aceptó al Señor en estos momentos urgentes cuando pensaba suicidarse.  Ellos, según el capítulo 4, habían enviado al apóstol un don para sus necesidades, y esta carta es realmente una carta de agradecimiento por este don.  En el capítulo uno, el tema es Cristo nuestra vida y el versículo clave es el 21.  “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”.  En el capítulo dos, el tema es Cristo nuestro ejemplo, y el versículo clave es el verso 5.  “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.  En el capítulo 3, el tema es Cristo nuestro objeto o meta, y el versículo clave es el 14.  “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. En el capítulo 4 el tema es Cristo nuestra fuerza y el versículo clave es el 13.  “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Entonces nuestro estudio ha tenido que ver con Cristo nuestro ejemplo.  El problema en la asamblea de Filipo era que había algún desacuerdo o discuto entre dos hermanas, nombradas en el capítulo 4.  “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor”.  Este desacuerdo estaba afectando la asamblea y Pablo mucho quería que ellos tuvieran un mismo sentir, o sea, la mente de Cristo y por eso Pablo les habla en términos tan profundos acerca del ejemplo de Cristo en los versos 6 a 8.  “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.  Como muchas veces hemos escuchado, eran siete pasos para abajo.  Así Cristo puso el ejemplo más grande y admirable de poner todo en el altar de sacrificio.  Como Dios, se despejó a sí mismo; como hombre, su humilló.  Se mencionó Juan 15.  “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”.  El Señor Jesús mostró aquel amor mejor que cualquier otro.  ¿Qué tal nosotros con nuestros hermanos?

Un hermano hizo un comentario que me parece muy interesante.  Dijo que a veces viene un hermano de visita, y le mostramos mucho amor y bondad.  Pero cuando tiene que ver con nuestros hermanos que vimos a menudo, dos o tres veces a la semana, parece ser más difícil mostrar el mismo amor y bondad.  Pablo había experimentado este amor y bondad de parte de los Filipenses.  En el capítulo 2, el apóstol está diciendo que la misma bondad que le habían mostrado a él, esta bondad se deben mostrar en su propia asamblea a sus hermanos bien conocidos.  “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”.  El mismo amor que le mostraron a Pablo, ¿por qué no se haya de mostrar a sus hermanos que estaban cercas?

Está presente también el hermano M. P. de Montreal que ha viajado algo entre los hermanos del idioma español, aunque su idioma es francés.  Nos habló brevemente en la reunión especial que tuvimos para los hermanos latinos.  Entre otras cosas nos habló de 2 Samuel 23:11-12 de uno de los valientes de David, Sama.  “Después de éste fue Sama hijo de Age, ararita.  Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de los filisteos.  El entonces se paró en medio de aquel terreno y lo defendió”.  Aquel terreno, dijo el hermano, para nosotros es el terreno de congregar sobre el terreno de la verdad de que hay un solo cuerpo.  Tenemos que pararnos y defender este terreno, pues está bajo ataques del enemigo.  Muchos se han huido.  ¡Qué bueno sería si no nos vamos con los demás, sino que perseveremos!

Continuaremos el estudio de los profetas minores la semana que viene, Dios mediante.

FELIPE FOURNIER
23 de diciembre de 2012