MEDITACIONES

de     P. F.

Algunas meditaciones sobre las tribulaciones de la vida
Desde Tijuana y la conferencia
 *

Estoy en la conferencia de Tijuana y me esta acabando la batería de mi computadora.  Siendo que no tengo oportunidad de escribir un estudio, les envío este que escribí hace varios años.  Tuvimos un tiempo provechoso aquí en Tijuana contemplando el hombre Jesucristo humillado en Filipenses 2 y el comportamiento de la vida que nos conviene como creyentes con la mirada fija en aquel que sufrió tal contradicción de pecadores.

La semana pasada dijimos que íbamos a meditar una pregunta que hizo una hermana.  Aquí la vuelo a citar “Tengo varios días pensando acerca de lo que dice Pablo en hacernos fuertes en nuestras debilidades.  Me queda claro que es por medio de nuestro Señor Jesucristo; pero de alguna manera no sé cómo es que podemos lograr esto, aplicado en la vida diaria”.

Vale la pena revisar un poco de lo que había pasado a Pablo cuando habló así de ser débil y fuerte.  La cita se encuentra en 2 Cor. 12:10 “Por lo cual me gozo en las flaquezas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso”.  Creo que es importante notar que no era al principio que Pablo sintió así; más bien, estaba angustiado por la fuerza del “aguijón” que le fue dado.  “Por lo cual tres veces he rogado al Señor, que se quite de mí”.  No sabemos que era este aguijón, pues la escritura no nos dice, pero supongamos que era alguna debilidad humana, muy inconveniente y molestosa.  Pablo sin duda pensaba que hubiera podido servir al Señor mejor sin este aguijón.  Pero no, el Señor le dijo “Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona”.

Como dije antes, el día que leí la pregunta de la hermana, también leí el capitulo 8 de Deuteronomio, y me impresionó fuerte las palabras de Jehová a Israel en el verso 3 “Y te afligió, é hízote tener hambre”.  ¿Cómo podía ser la voluntad de Jehová que ellos sufriesen hambre?  Vemos la respuesta inmediatamente después “te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”.  ¿Sufrían ellos de dudas que Dios fuera bueno, dejándolas sufrir en el desierto?.  Claro que si, dudaron, y se comportaron muy mal..  Y nosotros, ¿somos diferentes que ellos?  Dejo que usted contesta la pregunta para si mismo, pero puedo decir con vergüenza que yo no soy nada mejor que ellos.  Como un hermano lo expresó, “somos creyentes incrédulos”.  Como la hermana expresó, a veces nos llena las dudas, y no sentimos nada potentes, sino totalmente flacos y llenos de miedos.  Pero poco a poco, cada uno de nosotros en la escuela de Dios, aprendemos la potencia de Dios en nuestras vidas, a pesar de lo flaco que somos por naturaleza.

Para mi es una ayuda ver a tal hombre en la escritura como José, hijo de Jacobo.  Aborrecido por sus hermanos, vendido a Egipto como esclavo, acusado falsamente, y echado en la cárcel.  ¿Cómo podía sostener todo este dolor y seguir confiando en Jehová?  Creo que encontramos la respuesta en el ultimo capitulo de Génesis “Vosotros pensasteis mal sobre mí, mas Dios lo encaminó á bien”.  La confianza en el corazón de José, que Dios era BUENO, le sostenía en estos tiempos terribles, aunque persistían por once anos.  Sabiendo que Dios era bueno, entonces sabía de antemano que todo por fin saldría bien para la gloria de Dios y para su propia bendición.

Para nosotros en el día de hoy, sabemos algo que José no sabia, ni podía saber, y esto encontramos en Romanos 8:32 “El que aun á su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas”?  Podemos, quizás, dudar el amor y la benignidad de Dios mirando a nuestras circunstancias.  ¿Pero como podemos dudar el amor de Dios mirando a la cruz?  ¡La cruz, donde Dios no perdonó ni a su propio hijo!  Y es el mismo Dios que a veces nos hace “sufrir hambre”.

Vemos un versículo mas antes de terminar en Filipenses 4:11 donde el apóstol dice “he aprendido á contentarme con lo que tengo”.  Es bueno leer todo este capitulo 4, pero solamente noto en este versículo que el apóstol dice que había aprendido de contentarse.  No era algo que le vino fácil, ni de una vez, sino poco a poco en la escuela de Dios, por muchas fallas y flaquezas.  Y cada uno de nosotros estamos en la misma escuela de Dios.  Bueno fuera que nunca fállese nuestra fe y confianza en el Señor, para que dijéramos como Pablo, “cuando soy débil, soy poderoso”.  Pero, ¿no es bueno saber que aunque nosotros somos infieles, el permanece fiel? 2 Timoteo 2:13  ¡Bendito sea su nombre!

FELIPE FOURNIER
16 de septíembre de 2012