Seguimos con la meditación sobre este capítulo tan profundo en sus sentimientos, palabras dichas y escritas por el profeta Jonás de su experiencia en el gran pez, pero que nos hablan de la profundidad de los sufrimientos de Cristo en las tres horas de tinieblas.
¿Ha notado usted como la Biblia requiere nuestro estudio y lectura de un lado para otro? Recién yo y mi esposa, en nuestra lectura diaria, hemos estado leyendo de nuevo la historia de José en el libro de Génesis. Se nota como no se menciona ni una palabra de queja de José cuando fue maltratado de sus hermanos en el capítulo 37. “Y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua”. Me parece en la historia de José como un prototipo de Jesús vemos “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. Isaías 53:7 Así el Señor Jesús, delante de sus acusadores, quedó mudo, sin contestarles palabra. “Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho”. Mateo 27:12-14 Pero mas después, en el capítulo 42 de Genesis, leemos que su hermanos hablaron en presencia del gobernador desconocido (el mismo José quien habían vendido) “Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia”.
¡“La angustia de su alma”! Eso es lo que no nos cuenta en Génesis 37. Tenemos que leer adelante para saber. Podemos añadir que en los Salmos, nos cuenta algo más sobre José, que no sabemos de Génesis. “Afligieron sus pies con grillos; En cárcel fue puesta su persona”. Salmo 105:18 Así, mis amados lectores, es necesario que leamos toda la Biblia, no simplemente enfocando en los libros y los temas que nos parecen mas interesantes, pues Dios en su sabiduría ha dejado a nosotros un rico tesoro que tiene que ser descubierto paso por paso, línea por línea, un poquito allí, otro poquito allá. Isaías 28:10. La angustia del Señor Jesús casi no se menciona en Mateo 27, Marcos 15, o en Lucas 23, aunque en cada libro se menciona las tres horas de tinieblas. En el evangelio de Juan, capítulo 19, no menciona las tres horas, pero solo estas palabras tan profundas “Consumado es”. Es dejado a nosotros, mis queridos hermanos en Cristo, leer lo demás de la Biblia para entender algo más sobre “la angustia de su alma”. Salmo 22, Salmo 42, Salmo 69, Salmo 88, Isaías 50, Isaías 53, y Jonás 2, cada uno tiene algo mas sobre las profundidades de la ira de Dios, que cayó sobre nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios, sufriendo como hombre débil. Muchas veces meditamos en el dolor físico que entendemos un poco; los clavos en sus manos y pies, la corona de espinas, la enfrenta y burla de los hombres. Estas cosas entendemos un poquito. ¿Pero la ira de Dios en estas tres horas terribles?
Volvemos a citar como Jonás dice “Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; El alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre”. ¿Usted ha meditado sobre que hubiera sido, tener el alga alrededor de la cabeza? ¿Ha estado una vez en un lugar oscuro y cerrado, y algo le haya tocado en la cara? ¿Cuáles eran sus sentimientos de horror en aquel momento? En realidad, no somos capaces de entender los sufrimientos de Cristo por la mano de Dios, sufriendo la penalidad de nuestros pecados. Pero estas palabras Dios nos da en figura, para darnos oportunidad de reflexionar, meditar, y por fin, alabarle.
Sabemos que Jonás también fue prototipo de la resurrección de Jesucristo. “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Mateo 12:40 Siguiendo con las palabras de Jonás en nuestro capítulo, “Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo”. Jonás pensaba que había sido echado de la vista de Jehová, pero no fue cierto. Reconoce en estos momentos, aun en el vientre del gran pez, que Dios estaba escuchando su oración y le iba a salvar de aquel lugar. “La salvación es de Jehová”. Era una cosa que Jonás sabia, y el motivo de su fuga. No quería la salvación de Jehová para los Ninivitas. Pero en este momento, ya humillado, confiesa que no tiene como salvarse. “Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra”. Ojala que usted, querido lector, haya llegado al mismo punto, sabiendo que solo hay salvación en el Señor Jesús, y no en ningún otro lado.
26 de febrero de 2012