“Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación”. Lucas 11:29-30 “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mateo 12:40) Así en las palabras del mismo Señor Jesús, nos damos cuenta de que la historia de Jonás no es simplemente un cuento divertido, sino una parábola para nuestra enseñanza.
La semana pasada vimos a Jonás, echado en la mar, “desobediente hasta la muerte” en figura, pero llegando a ser substituto para los marineros paganos. Ellos se salvaron, pues Jonás cayó bajo el juicio de Dios. En un gran contraste, vemos a nuestro Señor Jesucristo, el cordero de Dios sin mancha o contaminación ninguna, entrando también en el juicio de Dios como substituto por nosotros, pecadores rebeldes e inmerecidos. Así el capítulo 2 de Jonás nos da algunas profundas meditaciones sobre los sufrimientos del Señor Jesucristo en las tres horas de tinieblas, cuando él fue hecho pecado por nosotros. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 2 Corintios 5:21
Antes de profundizar este tema un poco mas, reflexionamos un momento sobre la condición de Jonás. “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches. Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo … ”. Estos versículos se encuentran al fin del capítulo 1 y el primer versículo de capítulo 2. A veces tenemos la tendencia de leer la Biblia por capítulo, y esta bien hacerlo así, pero a veces se pierde el sentido cuando se termina con el fin del capítulo. Creo que aquí vemos un ejemplo de este principio; Jonás estuvo tres días en el vientre del pez, y después, oró. ¿Se puede creer que al ser tragado por el pez, Jonás no se puso humilde y arrepentido? Bueno, parece que no, y si reflexionamos un poco, no dudo que veremos que nosotros no somos mejores que Jonás. ¿Cuantas veces el Señor me ha hablado a mi en voz fuerte, y yo fui muy lento para escuchar y obedecer?
Hay en la historia de los Estados Unidos hace como 150 años cuando la flota de barcos balleneros buscaban sus ballenas en las aguas alrededor de Hawái, un cuento de un pescador que cayó de su lancha en la mar. Sus compañeros no lo vieron ya llegar otra vez a la superficie y pensaron que su fin había sido como muchos en aquella profesión y había ahogado en la mar. Pero la verdad era que fue tragado por la ballena. Por la misericordia de Dios, cogieron a la ballena y después de tres días, haciendo pedazos de carne de la ballena, llegaron a sacar al hombre del vientre, vivo pero completamente loco, habiendo despertado en aquel lugar y pensando que iba a morir en esta forma terrible. Pero cuento la historia, no para decir que el gran pez que Jehová preparó era ballena (pues realmente no sabemos) sino para prestar las palabras del señor así tragado cuando volvió a su juicio cabal un tiempo después. El hombre contó como había pensado que iba a ahogarse en el agua, cuando se dio cuenta de cómo habia pasado sobre algo resbaladizo y llegado a un cuarto demasiado caliente y húmedo, un ambiente sofocante e insoportable. Cuando se dio cuenta que había sido tragado por la misma ballena que estaban cazando unos minutos antes, se encontró escandalizado por su situación aparentemente sin salida. Y Jonás, como vemos en las palabras siguientes, se encontró en una situación semejante pero tercamente demorando tres días sin orar a Jehová, de quien había tratado huir.
Pero cuando por fin ora Jonás, vemos palabras profundas y reveladoras. “Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos”. ¿No quiso Jonás escapar antes de aquellos ojos de Jehová? ¿Pero ahora? Jonás siendo santo de Dios no le gusta para nada sentir que Jehová le había abandonado, aunque antes se fue para escapar aquella presencia. Pero no fue cierto que era desechado de los ojos de Dios con Jonás, pues claro que Dios aun le veía en aquel lugar. Pero pensamos de otro, el único, que en verdad fue echado de los ojos de Dios. “Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Marcos 15:33-34
¿Y las ondas y las olas que pasaron sobre Jonás durante su tiempo en el gran pez? En cierto sentido podemos decir que fue protegido por el mismo pez. Pero nuestro Salvador no tuvo protección ninguna, sino aguantó y sufrió toda la ira de Dios. “Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí”. Salmo 42:7
Amado amigos, vamos a continuar el estudio de este capítulo la semana que viene, Dios mediante. Pero entre tanto, espero que puedan leer el capítulo y meditar sobre sus palabras en la presencia de Dios.
19 de febrero de 2012